En esta ocasión, de nuevo os ofrecemos una entrada en la que se
siguen las directrices del sociólogo Javier Elzo. Para esta entrada,
hemos usado el apartado Siete valores a inculcar en los jóvenes.
Sin embargo, por respetar espacio y por considerarlos los más
interesantes, hemos seleccionado cinco valores que, a nuestro
parecer, pueden ser los más útiles.
- La competencia personal
Es el principal legado que los
padres van a dejar a sus hijos: que sean autónomos, que sepan
abrirse camino en la vida, que puedan volar con sus propias alas, que
no dependan de los demás más allá de lo lógico, etc. Es decir,
que tengan la capacidad de enfrentarse al mundo de manera firme.
Aunque, ¿qué quiere decir
competente? El autor vertebra la competencia en dos claves: lograr
una estructura psicológica armónica y tener las capacidades
intelectuales que le permiten entender y orientarse en el mundo.
También ofrece otros dos supuestos que deben darse para que la
competencia personal se lleve a cabo: crecer en una familia bien
asentada y que los hijos tengan una buena educación.
Además, Elzo añade que ser
competente hoy en día significa saber manejar las herramientas
informáticas y lingüísticas apropiadas. Nos dice que quien no
controle las herramientas informáticas se convertirá en ciudadano
de segunda clase.
- La racionalidad
Elzo nos invita a salir del ámbito
de la opinión, de la mera declaración de intenciones, para pasar al
ámbito del diálogo. Nos empuja a él, pidiendo más contraste en
las informaciones, menos declaraciones, menos lucha dialéctica.
Según él, las generaciones anteriores se han perdido el la
racionalidad extrema, en la validez de los hechos sólo si están
científicamente probado. Sin embargo, apunta que nuestra generación
se encuentra en el extremo opuesto. En la actualidad, nos vale sólo
con la emoción del instante para dar por válidos los criterios. Es
decir, opinamos de corazón, y no de razón, y Javier Elzo considera
que habría que tener en cuenta ambas.
- El dinero como valor y el valor del dinero

Asimismo,
los jóvenes españoles, junto a los italianos, son los que más
tardan en emanciparse. El autor hace referencia hechos objetivos y
subjetivos para explicar este fenómeno. Objetivamente, la carestía
de la vivienda y el uso del trabajo temporal hacen realmente difícil
la independencia de nuestros jóvenes. En los hechos subjetivos,
alude a un componente cultural, es decir, a que a los padres de estos
países les cuesta que sus hijos se vayan de casa y a que los jóvenes
se sienten cómodos en sus casas porque les sale más barato, por lo
tanto, alargan hasta el extremo su estancia en ellas.
- Tolerancia y permisividad familiar
Según
Elzo, bajo la etiqueta de tolerancia tan sólo hay permisividad o
dejación de responsabilidades. Los jóvenes han crecido en una
infancia dulce, sobreprotegida, con más recursos materiales que los
demás jóvenes de otras generaciones. Además, no han sido educados
en la importancia del sacrificio para obtener las cosas. Es decir,
hemos creado una sociedad de derechos sin el correspondiente
correlato de deberes.
Hemos
hecho una sociedad individualista, con su vertiente positiva y
negativa. Por un lado, supone la voluntad de adoptar planteamientos
propios, hay voluntad de no ser rebaño. Por otro lado, hemos creado
una sociedad en la que sólo importan las acciones individuales
mientras se respete la ley, es decir, una sociedad insolidaria.
- La necesaria intolerancia y la autoridad responsable
Para
combatir esto, Elzo nos habla de tolerancia activa y tolerancia
pasiva. La primera se refiere al respeto profundo a la diferencia, a
los proyectos del «otro».
La tolerancia pasiva equivale a indiferencia, es la aceptación del
término tolerancia que significa indulgencia.
La
solución a esto es ser autoritario, a pesar de la mala prensa que
puede tener esta afirmación. Para Elzo, no hay sociedad equilibrada
sin autoridad. Además, cuando habla de intolerancia, lo habla para
ser intolerantes ante: la la exclusión social en razón de la raza,
etnia, género, religión o proyecto político. También hay que ser
intolerantes ante la permisividad reinante en muchos de nuestros
hogares, ante la indisciplina reiterada en muchos de nuestros centros
docentes, antes los actos vandálicos, antes determinadas
manifestaciones violentas...
Me parece muy interesante este punto y sobretodo la relación entre sus apartados. Porque relacionamos la sobreproteccción hacia los hijos y a la vez el valor del dinero, cuando son los mismo padres quienes son los que les aportan a sus hijos estas facilidades. ¿Estamos creando una generación de dependientes? ¿ De quién es realmente la culpa: de los hijos o de los propios padres? Se ha creado un generación de padres demasiado permisivos que no saben como abordar cualquer problemática que se presente con sus hijos.
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